
Pocas veces siento tanta emoción a la hora de ponerme frente al teclado (y eso que habitualmente siento mucha) como en esta ocasión. Me falta algo menos de un mes para entrar en la treintena, pero un gran compañero que lleva toda la vida conmigo ya ha cruzado la línea antes que yo para demostrarme que los años no tienen por qué conllevar deterioro de ningún tipo, sino una mayor perfección, más experiencia y, en definitiva, mayor determinación y ganas de hacer las cosas bien.
Porque Mario, Super Mario o incluso Mario Bros, como le conocen los profanos, nació el mismo año que yo, tan solo 27 días antes de mi llegada a estos mundos. Él, para ese entonces ya había recorrido otros ocho tratando de rescatar a una princesa cuya guardia personal, aún hoy en pleno s.XXI sigue funcionando con poca eficacia. Quizá la fecha de este aniversario no sea del todo exacta si hablamos con propiedad, pues Mario ya había protagonizado otros juegos antes de aquel 13 de septiembre de 1985, pero sí fue ese el día en que se presentó al mundo con su nombre de pila y con un juego llamado a marcar la senda por la que varias generaciones transitaríamos a partir de entonces.
Por ese motivo hoy, a modo de homenaje, me gustaría hacer con vosotros un pequeño recorrido por los principales juegos del fontanero más querido del mundo y explicaros cómo cada uno revolucionó a su manera la industria de los videojuegos. Porque, si por algo se ha caracterizado Mario en estos 30 años de existencia ha sido por eso: por rebasar en cada entrega los límites de la jugabilidad hasta entonces conocida y por marcar el camino a juegos venideros. Todo ello sin más guión que el rescate de una princesa y enarbolando un mensaje que muchos hoy no entienden y, lo que es peor, algunos ni siquiera comparten: que los juegos son para jugarlos.
Super Mario Bros (1985)
Sí, en efecto este era el juego del que hablaba. ¿Pero qué os voy a contar a vosotros? Super Mario Bros es uno de los pocos videojuegos, junto a Tetris y Pac-Man, a los que todo el mundo ha jugado al menos una vez en la vida. Da igual que seas un jugón acérrimo que alguien que apenas sabe encender una consola. Solo es necesario tararear los primeros compases de su pegadiza sintonía y sabrás de qué estamos hablando. Es uno de los iconos de la cultura moderna, pero ¿por qué? ¿qué lo hace tan especial?
Para responder a esta pregunta tenemos que retrotraernos a la escena videojueguil de aquella época. ¿Qué te viene a la mente si te digo: videojuegos de la primera mitad de los 80? Seguramente esto:
Pues sí, hasta entonces lo habitual era jugar en escenarios cerrados con la puntuación más alta como único objetivo, y es en ese contexto donde a Shigeru Miyamoto se le ocurre ofrecer lo que no se había ofrecido hasta el momento: varios mundos por explorar, fases extensas que recorrer mediante el uso del scroll lateral, y, por encima de todo, una historia que contar con su principio y su final.
Pero los logros de Super Mario Bros van mucho más allá, y son tantos que resulta casi imposible citarlos todos aquí. A su ágil y vivaz ritmo basado únicamente en el salto, se le sumaba un diseño de niveles cuidado al máximo y una variedad de situaciones nunca vista hasta aquel momento. El juego tenía tanto que ofrecer que dejaba boquiabiertos a los jugadores de la época desde la pantalla inicial hasta la melodía de ‘Game Over’. El excelente control de Mario y la perfecta física de sus movimientos en una época en que la inercía no estaba representada en casi ningún videojuego dieron lugar a un título que aún hoy sigue funcionando como el primer día. Vuelve a jugar con él hoy y verás cómo, ‘pixelacos’ al margen, no te desentona en absoluto.
Super Mario Bros 3 (1988)
Si la primera aparición de Mario en los hogares de todo el mundo había revolucionado el entretenimiento digital, Super Mario Bros 3 ya fue como alcanzar otra dimensión. Aún recuerdo que, cuando lo jugaba con 8 años, me parecía imposible que mi NES pudiera hacer aquello. La mejora gráfica era tan bestial que parecía que no estábamos hablando de la misma consola, pero es que la cosa no se quedaba ahí. Mario, que en el primer juego únicamente saltaba y disparaba bolas de fuego, ahora además volaba, daba coletazos y se deslizaba por pendientes. ¿Pero sabéis cuál era la gracia? Que es que lo de los enemigos era más increíbles todavía. Había tantos y de tantos tipos que en cada fase podías conocer del orden de dos o tres nuevos, ¡y vaya fases! 8 mundos con su propio mapa, su castillo y su barco volador que parecían sacados de las novelas.
Estamos hablando del mejor juego de NES por méritos propios y de una aventura de tal magnitud que casi se le echa en falta un sistema para guardar partida. Parece increíble, pero en 1988 Miyamoto ya había sentado las bases del actual género de plataformas. Sin irnos demasiado lejos, la saga New Super Mario Bros, que tanto disfrutamos hoy día, bebe directamente de aquí.
Super Mario Land (1989)
Permitidme ahora que haga un inciso en este recorrido para hablar de un juego especial para mí, más que nada por haber sido mi primer contacto con Mario. Creo que corría el año 1992 cuando logré que me compraran mi primer juego de GameBoy y, por primera vez, jugar a algo diferente del Tetris que venía incluido.
Recuerdo que durante mis primeras partidas ni siquiera sabía cómo se saltaba. Pensaba que se hacía con el botón ‘arriba’ de la cruceta direccional, pero al ver que nada ocurría hubo que echar mano del manual para aplastar mi primer goomba (o lo que quiera que fuera aquel bicho amorfo que se acercaba) e iniciar un modo de vida basado en horas y horas pegado a la GameBoy.
Viéndolo hoy con perspectiva, quiero dejar constancia de que Super Mario Land era un Mario muy extraño. Como hoy sé que esta saga portátil no fue diseñada por Miyamoto todo cobra más sentido, pero a principios de los 90, y sin haber jugado aún a Super Mario Bros, lo auténtico para mí era aquello. De hecho, cuando probé por primera vez el juego original en la NES de mi vecino, todo me resultaba desconcertante. ¿Por qué las bolas de fuego no rebotan por toda la pantalla? ¿Por qué no hay mundo egipcio? ¿Por qué no hay fases en submarino y en avión? ¿Dónde está Tatanga?
Vale, sí. Super Mario Land no era un Mario canónico, pero era un juegazo y me lo pasé decenas de veces hasta, años después, hacerme con Super Mario Land 2, que era más raro aún. Aunque eso sí: ¡menudos graficazos tenía!
Super Mario World (1990)
Cuando casi unánimemente eres considerado el mejor plataformas 2D de la historia, es porque tienes que ser muy bueno. En Nintendo cogieron lo mejor de Super Mario Bros 3 (o séase, el juego entero) y lo ampliaron de una manera inimaginable. Super Mario World lo tiene todo: un mundo enorme, enemigos de todos los tipos y tamaños, montones de ambientaciones diferentes, poderes, el debut de Yoshi, y por encima de todo, los niveles ocultos.
Porque sí, si por algo es recordado Super Mario World es por su mapa lleno de secretos y por su inteligentísimo diseño de niveles, pues muchos de ellos tenían rutas alternativas que nos llevaban hasta fases ocultas que debíamos superar si queríamos completar el juego al 100%. Y ahí radicaba la gracia de este Mario. No solo había que terminarlo, sino que había que peinar cada nivel una y otra vez hasta dar con la llave y la cerradura que nos llevarían a descubrir lugares completamente nuevos. ¡Y había tantos por encontrar que la tarea resultaba larga y difícil! Eso sí; ¿aburrida? Nunca.
Super Mario 64 (1996)
Si por algo es grande Mario, es porque ha conseguido revolucionar el mundo de los videojuegos varias veces, y Mario 64 posiblemente sea el máximo exponente de esta afirmación. Resulta muy difícil explicar lo que este título supuso en su día, así que voy a tratar de hacerlo mediante una historia personal.
Creo que fue a finales del año 1995 cuando una revista, que no recuerdo si fue Hobby Consolas o Nintendo Acción, regaló un VHS en el que se anunciaban las novedades de Super Nes y GameBoy. Aquel vídeo era espectacular para un chaval de 10 años. Había juegos increíbles para las dos consolas (hasta un Street Fighter portátil), pero sin embargo fue lo que había en el último cuarto de hora lo que me dejó helado. Eran las primeras imágenes de Nintendo 64 y, cómo no, ahí estaba Mario a la vanguardia tecnológica. No era la primera vez que veía un juego tridimensional, puesto que ya había jugado a Starfox o Virtua Fighter entre otros, aunque nada tan bonito y bien recreado hasta entonces. De repente Mario se empieza a mover, a bailar break, a dar volteretas, a escalar un árbol y me quedo mudo. Todo lo que había visto en un videojuego anteriormente parecía repentinamente del siglo pasado. Los escenarios eran de un realismo atroz (para la época) y el personaje se movía con una libertad absoluta totalmente impensable hasta entonces. Pero es que el vídeo seguía y la cosa iba a más: Mario competía contra un pingüino en una carrera por un tobogán de hielo, acababa con una tortuga y hacía ‘skate’ sobre su concha… y las fases acuáticas eran de otro mundo.
Quería jugar a aquello como fuese, pero lo único que tenía a mano era ese VHS que, creo recordar, aquel día vi tres veces seguidas. Tardé un tiempo en tener mi Nintendo 64, y cuando llegó el momento, disfruté de Mario 64 un montón. ¡Pero aquella impresión inicial! Puedo asegurar que fue el momento más impactante que he vivido nunca como aficionado a los videojuegos.
New Super Mario Bros (2006)
¿Que hay que dar una clase magistral de plataformeo en 2,5D? ¡Pues se da! No penséis sin embargo que durante los 10 años siguientes a Super Mario 64 el fontanero estuvo desaparecido viviendo de éxitos pasados. Al contrario: durante ese periodo Mario tuvo tiempo de deleitarnos con los fabulosos entornos de Super Mario Sunshine (GameCube) o de ofrecer diversas experiencias de corte rolero y gran calidad. Sin embargo, fue con este juego para Nintendo DS con el que recuperamos sensaciones algo olvidadas.
New Super Mario Bros va nuevamente a beber adonde hay que ir, o sea: a Super Mario Bros 3. De este modo tenemos en 2006 un juego de 1988 con gráficos a la altura del nuevo siglo y encima portátil. Mario vuelve a ser Mario en estado puro, con una mecánica de juego basada en la diversidad de niveles y con un ritmo frenético capaz de desafiarnos de nuevo tras cada banderín de fin de fase. Nuestro héroe había vuelto con todo lo que le había hecho grande, pero remozado y puesto al día. Una especie de remake y continuación todo en uno. Después, en la versión para Wii de 2009, Miyamoto vio por fin cumplido su antiguo sueño de hacer Mario para hasta 4 jugadores simultáneos, pero eso ya es otra historia.
Super Mario Galaxy (2007)
Pero este artículo trata sobre revoluciones, y por eso, para acabar, toca hablar de Super Mario Galaxy, un juego donde Miyamoto vuelve a dar el do de pecho para conseguir (por quinta vez) dejarnos incrédulos ante lo que estamos viendo.
El espectáculo visual y jugable que supone Mario Galaxy solo es entendible si se juega con él. Si ya de por sí los habituales mundos del Reino Champiñon bastaban para crear experiencias plataformeras de alto voltaje, lo de llevar a Mario a saltar de planeta en planeta bajo un apartado gráfico de alto contraste entre claroscuros, los intuitivos controles de Wii y una banda sonora absolutamente épica sirvió para recordarnos una vez más la verdadera esencia de los videouegos. Y ya, lo de hacernos experimentar la gravedad de cada uno de los astros para obligarnos a sortear peligros, tanto boca arriba como boca abajo sin que el ritmo decaiga en ningún momento es para quitarse la gorra. Sé que, como ya no estamos en los 80, y Wii es vista como una consola para hacer el cabra con la familia, no tantos como debierais habéis probado esta obra maestra. ¡Hacedlo inmediatamente! Ah, y cuando acabéis poneos con Super Mario Galaxy 2, que es mejor todavía.
Y hasta aquí mi repaso a esta gran saga que tan buenos momentos nos ha proporcionado y tantas veces ha roto con lo establecido hasta entonces. Podría también haberme enrollado explicando cómo Mario creó y popularizó los party games, los brawler multijugador o los arcade de carreras con ítems, pero no quiero atosigar con tanta grandeza. Simplemente, con que entendáis la importancia de Mario a la hora de entender cómo hemos llegado hasta donde estamos hoy, me doy por satisfecho.
¡Feliz cumpleaños, Mario! Confío en poder continuar este artículo cuando cumplamos los 60.

Redactor aficionado a la lengua japonesa, al coleccionismo friki y a videojuegos de todas las generaciones. Me verás comprando lo más buscado, pintando, leyendo manga o echando unas partidas. | Sígueme en Twitter